- Detrás de cada hombre malvado siempre hay una mujer peor.
- Pase, pollo. Cleopatra espera.
- Un hombre se deja la piel escribiendo y al poco nadie recuerda sus palabras...
- Minutos de gelatina se derramaron sin más consuelo que el traqueteo de un reloj de pared. El tiempo, comprendió, siempre fluye con velocidad inversa a la necesidad de quien lo vive.
- La literatura es una amante cruel que olvida con facilidad.
- La mayoría de los mortales nunca llegamos a conocer nuestro verdadero destino; simplemente somos atropellados por él. Para cuando levantamos la cabeza y lo vemos alejarse por la carretera ya es tarde, y el resto del camino lo tenemos que hacer por la cuneta de aquello que los soñadores llaman la madurez. La esperanza no es más que la fe de que ese momento no haya llegado todavía, de que acertemos a ver nuestro verdadero destino cuando se acerque y podamos saltar a bordo antes de que la oportunidad de ser nosotros mismos se desvanezca para siempre y nos condene a vivir de vacío, añorando lo que debió ser y nunca fue.
- No hay libros modernos sino ignorancias soberbias.
- —¿No tiene usted niños? — preguntó. La visitante negó. <Probablemente se los come>, pensó Bea en un desliz de malicia.
- Nadie le creía capaz de guardar un secreto. Nunca había sido capaz de hacerlo. Ni de niño, cuando guardar secretos es un arte y una forma de mantener el mundo y su vacío a raya.
- Mi querida vampiresa, se queda usted en buenas manos. Intente no morder a nadie.
- —¿Casarme? Eso son imaginaciones de mi tía Jesusa. A duras penas he conseguido que Candela me dé un beso. Cree que si no hay un cura presente es pecado —Si hay un cura presente no tiene gracia.
- Hay épocas en que es más honorable morir en el olvido que vivir en la gloria.
- El destino nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos.
- Poseo nalgas de acero y doblo las agujas a fuerza de tensión muscular.
- —Me voy a acercar al mercado de la Boquería a comprar alguna cosa. ¿Quieres algo? — Una vida normal.
- Uno no sabe quién es de verdad hasta que aprende a odiar.
- —¿Qué hora es, Fermín? —La hora de las brujas. O sea, la suya.
- —En el colegio dicen que soy un poco raro. —Pues es una suerte. Empiece a preocuparse el día que le digan que es usted normal.
- Nadie triunfa sin fracasar antes.
- Carax me enseñó que un libro no se acaba nunca y que, con suerte, es él quien nos abandona para que no pasemos el resto de la eternidad reescribiéndolo.
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martes, 8 de agosto de 2017
Frases del libro "El laberinto de los espíritus" de Carlos Ruiz Zafón
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